En este blog publicaremos textos intentando construir nuestra caja de herramientas para que podamos hacer nuestro aporte en esta pandemia.
domingo, 30 de agosto de 2020
jueves, 27 de agosto de 2020
HABITAR Y GOBERNAR LA INCERTIDUMBRE por AMADOR FERNÁNDEZ SAVATER
Transcripción del coloquio realizado en Madrid en Espacio La Atenea. “Habitar y gobernar la incertidumbre. Reflexionar en común en tiempos confusos”. Miércoles 15 de julio.
Para transitar los tiempos que vienen, nos van a ser necesarios un esfuerzo grande de creación, de invención, porque lo que había antes ya no sirve, ya no funciona. O al menos su sentido está cancelado o puesto entre paréntesis.
En el momento en el que estamos, es preciso un esfuerzo en las maneras de relacionarse, de estar y de compartir; o vamos a vivir en lo que llamaría una realidad disminuida o mutilada o recortada. En el sentido de que vamos a vivir la vieja normalidad de antes, la vieja normalidad con su relación de producción, de trabajo, de consumo, etc., pero sin todo el encuentro con el otro, que nos va a faltar o va a estar limitada.
Entonces, o encontramos nuevas maneras de encontrarnos o vamos a vivir en una realidad disminuida; en la cual lo “malo”, es decir la obligación de trabajar en condiciones regulares, la obligación de consumir, los tráficos desbordantes, etc., van a seguir estando ahí, pero nos va a faltar la dimensión del encuentro. Como nunca, este presente nos exige un esfuerzo de invención. Si no hay invención, vamos a vivir tristemente en una realidad devaluada, que va a ser lo mismo, pero menos. A no ser que creemos otra realidad, que no sea igual a la anterior, que sea distinta y más.
En torno a este concepto de realidad disminuida, amputada, que estuviera como presente, una clave del hoy es el desafío de inventar nuevas maneras de vivir.
Pensar la pandemia del Coronavirus con un concepto de una pensadora belga —que recomiendo especialmente— que es muy potente y a la vez muy accesible y que se llama Isabelle Stengers. En el contexto en un libro que se llama En tiempos de catástrofe, propone el concepto de la intrusión de Gaia (madre tierra, naturaleza, planeta). Ella dice (antes del Covid19) que viene un tiempo de catástrofe, e intenta pensarlo con este concepto de la intrusión de Gaia. Como una reacción de lo que ella llama el planeta viviente, a la depredación, al abuso, a la explotación de un sistema capitalista ciego. Es decir, no es una reacción de revancha o de venganza; durante todo este tiempo se ha hablado mucho de si el Corona virus era un castigo de la naturaleza. Ella dice no, la intrusión de Gaia no es un castigo, no es una revancha, Gaia es indiferente a los temores y a los proyectos de los seres humanos. Ni tampoco es un mensaje (muchos dicen “el virus trae un mensaje”), ella dice no hay ningún mensaje. En todo caso hay una realidad que nos impone, a todos nosotros, preguntas. Pero no es que nos trae un mensaje. Stengers dice que ver todavía que la naturaleza nos castiga, es seguir en una posición antropocéntrica. El ser humano es lo más importante y la naturaleza me castiga o nos trae un mensaje, pero nosotros somos el centro de la creación. Stengers dice: “Ella es indiferente a nosotros”. Pasa que se ha molestado por nuestras políticas en cuanto a la depredación y hace como nosotros cuando nos quitamos una mosca. Ésa es la intrusión de Gaia.
Lo que sí hace es plantear preguntas. Y no hay respuestas. Y nosotros debemos inventar una respuesta y esa respuesta nos exige una creación en todos los aspectos: políticos, económicos, culturales, existenciales, laborales, etc. La respuesta a la catástrofe es inventar nuevas formas de vida. Resulta que ella no nos pide ni espera nada de nosotros. Ha estado antes y seguramente seguirá después. Entonces, ¿qué vamos a hacer? Es la pregunta de estas catástrofes: ¿Vamos a seguir igual? ¿O vamos a ser capaces de inventar maneras nuevas de habitar el planeta?
Ya pensando más concretamente en Covid-19, yo saco tres respuestas posibles, que veo que están en marcha. Por lo menos dos en marcha y una que deberíamos inventar.
La primera respuesta que podríamos llamar neoliberal-neoliberal y que podríamos identificar con algunos nombres propios: Trump, Bolsonaro, Boris Jonhson. La idea sería volver a la normalidad. Lo que ha pasado ha sido un momento, un mal momento, y debemos regresar cuanto antes a la normalidad, caiga quien caiga. La idea es: ha sido un tropiezo, volvemos a la normalidad. Se dice la economía está por encima de la vida, del cuidado de la salud, del cuidado de la vida. En realidad, lo que plantean los neoliberales es que la economía es la vida. Que la vida es productividad; que cada uno es una empresa, que somos empresarios de nosotros mismos, que debemos gestionar permanentemente nuestro capital. Que vivir es hacer empresa, es proyectar y que debemos dejar caer a los que no pueden seguir el ritmo; porque la vida es productividad, los que no pueden seguir el ritmo deben dejarse caer, porque de alguna manera está fuera de lo natural, de la productividad. La pancarta “Sacrifice the weak” (sacrifiquen a los débiles) de unos partidarios de Trump. Y esto que parece muy raro en realidad es el contenido de las políticas en marcha. Esa consigna es una burrada pero no hace más que hacer presente lo que está latente; nos hace evidente lo que estaba implícito, hace explícito lo que estaba implícito. Sería lo que podemos llamar una necro-política o una necro-lógica, una lógica de muerte o una política de muerte. Pasó con la producción de poblaciones que fueron consideradas desechables, superfluas, sobrantes. En EEUU se están muriendo negros y latinos pobres con problemas de diabetes, de sobrepeso, etc.. Eso es gente que sobra. Eso es la necro-política. Hay poblaciones que “sobran” porque no son “necesarias” a lo que es la vida de “producir”. Esta respuesta neoliberal-neoliberal nos escandaliza, pero en realidad creo que el escándalo es demasiado fácil y no nos lleva a ningún sitio. Decir “qué bruto Trump” es una crítica muy fácil. Porque en realidad habría que preguntarse si no está ya en nosotros mismos. Por ejemplo, con respecto a lo que ha ocurrido en algunas residencias de ancianos españolas (abandono, desidia, muerte), ¿no ha estado operando ahí una necro-lógica, no han caído ahí acaso los más vulnerables? ¿Nos está importando eso? ¿Estamos empujando un cambio en la lógica de las residencias? ¿O consideramos que era gente mayor, que ya estaba en la edad de vida posible y que ya? ¿O estamos naturalizando la misma lógica que la neoliberal? Lo digo porque muchas veces creemos que el neoliberalismo está en otros, es cosa de otros. Yo más bien creo que es un inconsciente que nos atraviesa a todos. Y ese inconsciente es el que nos lleva a pensar que, bueno, lo del accidente qué se le va a hacer, era gente mayor. Era gente mayor y en algún momento le tenía que tocar. Naturalizar eso cuando forma parte de una necro-lógica o una necro-política. Ésta sería una de las respuestas: ha habido una intrusión, pero nosotros vamos a seguir como si nada; darwinismo social, los fuertes serán más fuertes después de esta sacudida. Una versión un tanto perversa de lo que se llama resiliencia, es decir hemos recibido un golpe, pero ese golpe nos hace más fuertes y caen los débiles. La respuesta neoliberal, de alguna manera, nos atraviesa a todos nosotros. De hecho, creo que dentro de todos nosotros hay una voz que nos dice “me gustaría vivir como antes”.
La segunda respuesta la podríamos llamar neoliberal-socialdemócrata, llevaría el nombre de Pedro Sánchez en España o Alberto Fernández en Argentina, por ejemplo. Obviamente que para mí es muy preferible la respuesta que se da en España a la que se está dando en Brasil o en EEUU (la no-respuesta), no sólo preferible sino defendible por mil razones. Pero me parece que hay que pensar, que hay complejizar, y complejizar pasa por decir lo que hay no es lo único posible, sino seguir pensando, no quedarse ahí.
Esta respuesta propone una combinación de derechos sociales (como la renta mínima) y medidas sanitarias con un marco de producción y consumo que ni se cuestiona ni se toca.
La combinación de medidas sociales con medidas sanitarias es importante, pero con un límite que no se toca ni se cuestiona: el marco de producción y de consumo en el que estamos instalados. Es lo que podemos llamar “nueva normalidad”.
Los neoliberales quieren volver a la vieja normalidad, o sea que tampoco sea tan importante ni que haya mascarillas ni que tampoco haya derechos sociales y que caigan los débiles; y la respuesta socialdemócrata-neoliberal (en el sentido que no cuestiona el marco de producción y de consumo en el que estamos habitando) dice medidas sanitarias, derechos sociales pero el marco no se puede cambiar. Segunda respuesta entonces: a la intrusión de Gaia, respondemos con algunos derechos, con algunas medidas sanitarias. Nueva normalidad pero no cuestionamos el marco, las condiciones que han producido la situación, que están produciendo las catástrofes. Entonces, ¿por qué no se van a producir otras? Si seguimos en el régimen de depredación y el desarrollo ciego que obliga a Gaia a reaccionar.
Esta respuesta tiene ventajas con respecto a la neoliberal, pero tiene límites que tenemos que ver, que tenemos que ver qué hacer con ellos. Una manera, un marco de producción y de consumo (que tiene que ver con nuestras vidas) que no se está cuestionando, que no se está alterando, que no se está desmontando, que no se está transformando.
Y una tercera y última respuesta, es que no la hay. Al menos yo no la sé ver. Y en todo caso tampoco puede salir de la mente de un solo individuo. Es decir, es una respuesta que la debe crear la gente, no los intelectuales; porque es la gente la que crea maneras de vivir. No son ni los gobiernos, ni los militantes, ni los intelectuales. Sino la gente común, la gente cualquiera es la que tiene que crear la tercera respuesta.
Tenemos una materia prima en la que esa respuesta podría arraigar, que es pensar en lo que ha pasado durante el confinamiento. En lo que han sido los dos o tres meses de confinamiento y de las fases. Porque me parece que en esa interrupción (hay que pensar lo que son las potencias de la interrupción) ha habido una interrupción del marco de producción-consumo, una interrupción que no la ha traído una revolución proletaria, obrera, sino que la ha traído el bicho más pequeño que hay en el planeta y que ha interrumpido el marco de producción y de consumo. Es una cosa rarísima que nos obliga a pensar, a inventar nuevas categorías, a pensar más que nunca porque las respuestas que tenemos no sirven de nada…
Quien ha conseguido interrumpir la lógica de producción, de consumo, de acumulación, de crecimiento, es un bicho, no una insurrección proletaria o anarquista.
En este tránsito de confinamiento me parece que nos han pasado cosas y esas cosas podrían ser la materia prima, el humus, el caldo de cultivo para otra respuesta.
¿Qué ha emergido en estos tres meses de confinamiento? Yo diría que tres cosas:
Preguntas, malestares y nuevos deseos.
Preguntas: las que queramos compartir. Nadie ha podido seguir la vida igual, todas las vidas han sido trastocadas. Todas las vidas han tenido que reinventarse, todas las vidas: trabajar o no trabajar; qué hacer con los niños; obedecer o no obedecer; cómo informarme, cómo no volverme loco en el confinamiento; cómo cuidar de los míos. Eso han sido preguntas. La interrupción de la normalidad nos pone preguntas que nos obliga a inventar. No hay tantas veces en la vida en la que estemos obligados a inventar. Es muy interesante eso, cuando la vida nos obliga a inventar. Inventar maneras de relacionarnos, hablar, etc. No hay tantos momentos en los que estemos obligados a ser otros que los que somos, a generar otro nosotros mismos. Creo que son momentos bien importantes. ¿Qué está pasando? ¿Qué nos va a pasar? ¿Qué es lo esencial? ¿Qué y quién nos cuida? Preguntas que yo he anotado, que he detectado en mí mismo: ¿qué es lo significativo? ¿qué es lo importante? ¿qué relaciones me sostienen? ¿qué hace que mi vida valga la pena? ¿qué es lo que tengo que cuidar? ¿en qué poner atención? Preguntas, ha habido un montón.
También malestares. Creo que ha habido muchos malestares. El malestar es una potencia para la revuelta, malestar es lo que nos empuja a combatir un estado de cosas. No encajar, sentir que la realidad te oprime, te aplasta, te asfixia. Es una potencia de subversión, para agujerear la realidad, para ir más allá de lo que se propone. Malestar creo que ha habido muchos, con respecto al estado y con respecto al mercado. El estado porque —más allá de sus mejores intenciones— su manera de actuar siempre es muy fiel a las desigualdades. Por ejemplo dice: “hay que confinarse” y seguramente meterse en casa es lo más sensato. ¿Y los que no tienen casa? ¿y los que no pueden confinarse porque no pueden estar en casa porque viven en una casa muy chiquita con una familia inmensa? ¿y los que viven al día? El estado legisla como si todos fuésemos la clase media. Por eso se tiene que organizar aquí una despensa (un comedor comunitario), porque no es así. Y la sociedad tiene que activarse porque el estado legisla como si todos tuvieran una casa estupenda, con todos los servicios para pasarla bien. Y no es así. El estado es muy ciego, legisla desde lo que deben ser las cosas, pero luego están lo que son las cosas. En lo que son las cosas hay desigualdades, de clase, de género, de edad… y también hay singularidad, cada uno somos una singularidad, cada vida tiene una peculiaridad.
Y por supuesto, con respecto al mercado, hemos visto como una evidencia que el mercado no cuida la vida, que no había mascarillas, que no había respiradores, que había precariedad. Su lógica no es la de los valores de uso, sino la del beneficio. Y el beneficio está por encima de la vida. Marx decía que el mercado sigue una lógica extraterrestre, porque está por encima de la tierra, por encima de los terrestres… todos hemos podido ver que el mercado no cuida la vida.
Por último, yo diría que ha habido deseos nuevos, también. En la experimentación de cierto silencio (de los que hayan podido, estamos hablando), en el tiempo reapropiado, en un tiempo que ya no es la rueda del hámster que siempre gira y gira y siempre nos falta tiempo para, nunca tenemos tiempo, siempre en una carrera hacia otra cosa y de repente… En ciertos encuentros o reencuentros que ha habido con la naturaleza, desde los pájaros en la ventana hasta los paseos sin coches. Otro encuentro con el entorno. En el cuidado de los más cercanos, en el cuidado amoroso de desconocidos, en prácticas creativas caseras para habitar el tiempo, en la intensificación de los vínculos. En miles de experiencias distintas se han despertado las ganas de vivir de otra manera, en otro contacto con los demás, en otro contacto con el silencio, con la naturaleza, con el tiempo. Me parece que todo eso es el caldo de cultivo, el humus, la materia prima de una tercera respuesta.
¿Cuál es el desafío? Me parece que el desafío más importante que tenemos es el desafío de inventar otra concepción de la política, reconcebir lo político. Mientras sigamos pensando que lo político pasa por “los” políticos, por lo que pasa en el estado, por las luchas de poder, por las intrigas de palacio, por quién ocupa las posiciones, etc. y no pensemos que lo político es lo íntimo que se comparte con los demás, lo íntimo que nos pasa a cada uno, es decir esas preguntas, esos malestares y esos deseos, que logramos socializarlos, ponerlos en común, compartirlos con otros y que eso es lo político, me parece que lo político está siempre seco. No tiene la fuerza de lo existencial. Habría que reinventar lo político, uniendo lo político a lo existencial. ¿Y qué es lo existencial? Es lo que nos pasa. Son preguntas que nos pasan, malestares y deseos que nos pasan y queremos compartir. Un espacio de compartir lo que a uno le pasa por el cuerpo, lo que a uno le pasa en lo más íntimo. En tanto que pensemos que la política es algo que pasa en esferas distintas a lo íntimo, la política se queda seca, se queda dormida. ¿Dónde está la fuerza del movimiento feminista? En unir las vidas cotidianas, el cuidado, la violencia, etc. a lo político. Siempre que lo existencial se une a lo político, hay energía, hay fuerza. Siempre que se separa, hay debilidad, hay luchas entre camarillas.
La transformación social no tiene sólo que ver con hacer demandas al estado para que las solucione, sino que es también la expresión, la organización, la elaboración de esas preguntas radicales sobre el sentido de la vida. Hacer política es compartir preguntas sobre qué hacemos en esta vida que compartimos con otros en sociedad, eso es la política para mí. Es la pregunta por lo común. La pregunta original de la Polis: ¿cómo nos vamos a organizar para vivir juntos? La sanidad, la educación, las calles… eso es la política. La pregunta por lo cotidiano pero que sale de la esfera de lo íntimo, de lo individual y se comparte con otros. Y parecería que hoy el desafío de nuevo está ahí.
Respuestas a esta situación de catástrofe en la que vivimos, que no es una catástrofe puntual sino un estado catastrófico del mundo debido a una lógica de beneficio que no mira consecuencias. El desafío estaría ahí: en reinventar la política y dotarla de un contenido existencial. Que en la política pueda entrar lo íntimo de cada cual, la que a cada uno le preocupa más, sus preguntas, sus malestares.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Los duelos individuales y colectivos necesitan acompañamiento
domingo, 16 de agosto de 2020
El impacto emocional de la pandemia en los trabajadores de salud
HUMANIZAR LA MUERTE
Duelos en tiempos de pandemia - Entrevista con Fabiana Rousseaux
Charlamos con Fabiana Rousseaux -psicoanalista, docente universitaria, investigadora Ubacyt y directora de la Asoc. Civil “Territorios Clínicos de la Memoria”- sobre las consecuencias que hoy tiene no poder acompañar en sus últimos momentos ni despedir a los seres queridos que fallecen y nos cuenta algunas medidas que se están tomando desde el estado para acompañar a los pacientes y sus familias.
Por Héctor González
Fabiana Rousseaux: El no poder acompañar, en el momento del fallecimiento y en el proceso de duelo posterior, a nuestros seres queridos, es sin duda unos de los problemas producidos por la pandemia con más impacto a nivel de la construcción simbólica. Porque, posiblemente, sea éste uno de los ritos civilizatorios más importantes de la humanidad, que nos diferencia de cualquier otro universo que no sea humano.
Lo que podríamos llamar “acontecimiento covid” -irrupción de algo de dimensión inesperada, irrepresentable, inmanejable- nos ha sumido a todos, al mundo entero, en una angustia sin precedentes. Es una angustia generalizada que provoca la falta rotunda de significantes a los cuales apelar para poder representar algo de lo que ocurre. Entre ellos, la imposibilidad de producir una ritualización de la muerte de nuestros seres queridos impacta muy fuerte. Es muy importante lo que se pone en juego al tener que suspender de modo obligatorio y en nombre de las políticas del cuidado este rito. Es una renuncia muy compleja porque tampoco conocemos de antemano cuáles son los efectos que puede tener sobre la humanidad suspender estos ritos de aquí en adelante o, por lo menos mientras dure la pandemia.
737: ¿Cómo se enfrenta socialmente esta situación?
F.R.: Hay una diferencia entre aquellos Estados que están pensando hacer alguna cosa con esto o al menos están intentando implementar medidas dentro de las propias políticas del cuidado, y aquellos otros que se han ubicado frente a esta situación más del lado de las políticas de excepción. Me lo decía hace poco una colega colombiana: se aprovecha la situación del covid-19 para aplicar medidas de excepción que profundizan las violaciones de los derechos humanos. Este no es el caso de la Argentina. Hemos tenido suerte de estar atravesando esta situación con un gobierno que piensa el modo de aplicar estas medidas.
[ES FUNDAMENTAL CONTAR] CON ALGÚN DISPOSITIVO COMO PUEDE SER UNA TABLET, QUE LES PERMITA A LAS PERSONAS INTERNADAS EN LOS ÚLTIMOS DÍAS HABLAR CON SUS FAMILIARES, RECIBIR FOTOS, ETC. ASÍ, SE COMPRARON EN LOS HOSPITALES DE LA PROVINCIA, (…) ALGUNAS TABLETS PARA QUE ESTÉN DISPONIBLES EN LOS SERVICIOS PÚBLICOS
737: ¿Qué es lo que se está pensando en nuestro país?
F.R.: Fui convocada a participar en una serie de reuniones impulsadas por la Subsecretaria de Salud Mental de la provincia de Buenos Aires, Julieta Calmels, donde representantes del Equipo Argentino de Antropología Forense junto a algunos investigadores universitarios, académicos, y funcionarios de la Secretaría, debatimos una serie de recomendaciones a los servicios públicos de salud que están transitando por esta experiencia tan compleja como es la internación y el fallecimiento de pacientes con covid. Recomendaciones sobre cómo tratar esta imposibilidad sanitaria actual de ritualización de la muerte y cómo acompañar a los equipos de salud que están llevando el vínculo con los familiares de las personas fallecidas. Muchos profesionales se ven involucrados en situaciones muy dolorosas. A partir de esas reuniones elaboramos una serie de recomendaciones que fueron presentadas hace pocas semanas junto al Director de Hospitales de la provincia, la Directora del Hospital Rossi y la Subsecretaria de Salud Mental para que se pongan en marcha en los servicios públicos. En la medida que sea posible. Porque tenemos que saber que hay un esfuerzo enorme por parte de los profesionales pero que no todos los servicios cuentan con las mismas herramientas, tanto sea a nivel de los recursos humanos – cantidad de enfermeros, médicos, asistentes, etc.- como también en aparatología y otros recursos.
737: ¿Podés contar algunas de esas recomendaciones?
F.R.: Una, fundamental, es que se implementen formas de vínculo, aunque sea virtual, entre los familiares y la persona que está internada. Esto a través de los operadores sanitarios y que los enfermos cuenten, por ejemplo, con algún dispositivo como puede ser una tablet, que les permita a las personas internadas en los últimos días hablar con sus familiares, recibir fotos, etc. Así, se compraron en los hospitales de la provincia, algo que es impensable en cualquier otro lugar de América latina en este momento frente a la pandemia, algunas tablets para que estén disponibles en los servicios públicos. No cualquier Estado y no cualquier equipo de funcionarios son capaces de pensar en esto de los dispositivos o en equipos de protección para que se pueda entrar a la sala y acompañar a ese enfermo moribundo y humanizar ese último tramo de la existencia.
No es casual, seguramente, esta mirada que valora el lugar central del Estado en esta situación. Fabiana tiene una larga experiencia en la vinculación del psicoanálisis con los Derechos Humanos y con las políticas públicas. Entre otras cosas, fundó y dirigió el Centro de Asistencia a víctimas de violaciones de Derechos Humanos “Dr. Fernando Ulloa” de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (2005/2014), y coordinó del Plan Nacional de Acompañamiento y Asistencia Integral a Testigos y querellantes, víctimas del terrorismo de Estado.
F.R.: A pesar de lo doloroso de la situación no es lo mismo que dentro del sistema sanitario y en nombre de las políticas del cuidado se instituyan medidas acordes a poder contemplar la importancia que tiene humanizar esta muerte, y no deshumanizarla como se está haciendo en la mayor parte de los países de la región. Y, sobre todo, entender que esto forma parte indisociable de todo un proceso, de un esfuerzo descomunal que se está haciendo respecto de cómo cuidar y proteger a la gente frente a una situación tan límite. Como sociedad tenemos una experiencia muy cercana en cuanto a lo que significa la imposibilidad de ritualizar una muerte, hemos tenido que atravesar la experiencia insondable de la desaparición de personas durante la Dictadura. Más allá de las diferencias, hay un punto en común: muere un familiar y no veo el cadáver, hay algo de esa imagen del cuerpo muerto que no está presente. Pero de ninguna manera podemos pensar que los efectos sean los mismos cuando hay una intencionalidad del Estado de acompañar, que cuando, en aquel momento, había una intencionalidad del Estado en hacer desaparecer esos cuerpos y en reducir a la nada la existencia de esas personas.
ESTRATEGIAS O CUESTIONES PUNTUALES PARA QUE UNO SE EVITE O SE SUAVICE EL IMPACTO DOLOROSO DE NO PODER DESPEDIR COMO UNO QUISIERA EN LOS DUELOS, NO HAY, MÁS QUE EL ACOMPAÑAMIENTO COLECTIVO DE PODER ENTENDER CUÁL ES ESTE MOMENTO QUE ESTAMOS ATRAVESANDO. NO HAY UNA MANERA DE EVITARSE ESE DOLOR
Tenemos aquí una distancia muy importante que hay que marcarla. No fue lo mismo para los familiares de desaparecidos que el Estado haya hecho desaparecer los cuerpos durante la dictadura, que lo que ocurrió a partir del 2004, cuando un Presidente –encarnando una política de Estado de acompañamiento al dolor de los familiares- dijo “vengo a pedir perdón en nombre el Estado”. Que el Estado, y todas las políticas internacionales de DDHH, puedan tener una mínima lectura del dolor, produce efectos sobre las tramitaciones de los duelos. La cuestión es pensar cómo la sociedad acompaña una vez más y se organiza desde lo público. Por supuesto que también esto tiene que ser extensivo al sistema privado de salud, pero fundamentalmente es lo público lo que está marcando una diferencia y tratando de dignificar este proceso tan complejo.
737: ¿Cómo transitar, desde lo individual, una situación de pérdida en estos momentos?
F.R.: Estrategias o cuestiones puntuales para que uno se evite o se suavice el impacto doloroso de no poder despedir como uno quisiera en los duelos, no hay, más que el acompañamiento colectivo de poder entender cuál es este momento que estamos atravesando. No hay una manera de evitarse ese dolor. Queda pensar que más adelante tendremos que hacer una invención de nuevos modos de ritual. Como se tuvo que hacer, siempre con la aclaración de que no es lo mismo, con la desaparición de personas. Familiares que 30 años después, cuando recuperaron los restos, arrojaron las cenizas al Río de la Plata, o las llevaron a la casa donde militaba su ser querido, o pusieron placas en la pared de la Chacarita destinada a recordar a personas fallecidas sin cuerpo. Pero eso será más adelante. Ahora no hay una única forma en que uno pueda tomar esta situación. Eso es una invención para cada quien y lo que le sirve a uno quizás no le sirve a otro.