lunes, 30 de marzo de 2020

Marcelo Percia y el tiempo de la espera

Marcelo Percia y el tiempo de la espera.

Fuente: Cátedra libre Oscar Masotta (facebook)
Cómo no entender que en una época como ésta, un grupo que se erige pretendiendo estar a la altura de la historia, reclame de urgencia las producciones de Marcelo Percia.
Nosotros en Rosario hicimos lo mismo.
A partir de resonancias, fuimos a buscar frases, textos de sus libros. Y cómo no todos o todas los teníamos, fuimos sacando fotos o copiando fragmentos, y nos las compartíamos por las redes.
Tal vez nuestra disidencia, pero no es algo fundamental, es que no pretendimos tomarlo a Percia o a su obra, como un producto a saquear de un súper. Obvio que hablamos del saqueo de los pudientes, los que pretenden almacenar de todo tan a contra reloj.
Y si la cultura de la delación, existan o no los acontecimientos, da votos, quién podría recriminárselos.
Acaso alguien no ha sido pragmático alguna vez. Y al no conocerlos, no sabríamos sí en ello han traicionado algún valor.
Les dejamos algunos de los fragmentos que fuimos recuperando en estos días para poder ponerle palabras a algunas cosas. Cinco fragmentos de estancias en común.
1.
Ciñen la silueta de una ausencia en el aire.
Cuando alguien muere en el hospital se lo llevan sin velatorios ni despedidas, desaparece.
Pero esa vez, se propuso guardar un minuto de silencio para recordar al compañero muerto en el pabellón
Se invitó, a quienes quisieran, encontrarse al mediodía alrededor de un árbol junto al que solía sentarse a tomar mate.
De a poco, fueron llegando de todas partes.
Una población de conocidos y desconocidos convocados para despedirse.
Una voz dijo: vamos a hacer un minuto de silencio para recordar a Velázquez.
60 segundos en común alivian la eternidad.
2.
Apuntalan fantasías que cautivan cuidando. Escribe macedonio Fernández (1928): sin fantasía, mucho el dolor.
Melanie Klein conjetura que sin el abrazo protector de la fantasía no se soporta la vida. Desmesuras emocionales destruirían estremecimientos que todavía no hablan.
Llama fantasía (antes del lenguaje) a eso que soporta intensidades sin nombre, angustias sin representación.
Cuando el amor abraza desamparos, rodea existencias vacías con imágenes de la historia.
3.
Ya acontecidos, desconocen lo todavía por acontecer.
No se concibe lo colectivo como un sólo cuerpo que marcha unido hacia el porvenir; a veces adviene cómo ebriedades que chocan, se lastiman o creen que se acompañan.
Interesa lo colectivo como acontecimiento posible y no como arresto moral de conjuntos que cumplen gestos solidarios y festivos del estar juntos.
Una estancia en común, así invocada, sólo puede narrarse como potencia ya incidida, como existencia no imaginada antes de estar viviendose.
4.
Renace en la serie estadounidense para televisión The Walking Dead quese basa en el cómic de un joven guionista, Robert kirkman(2004). Narra la historia de un apocalipsis viral que hace que los cadáveres de los muertos conserven el solo automatismo devorar a los vivos.
Sobrevivientes se agrupan en pequeños conjuntos militarizados dirigido por líderes más o menos sanguinarios, más o menos sensibles. Sostenidos en la ley de la lealtad familiar, sin derecho, sin filosofía, sin política, sin artes, casi sin ciencias.
Quienes poseen fuerza física, coraje, habilidad para matar a caminantes muertos y personas vivas que asedian como depredadoras asesinas, esos o esas, con suerte, siguen durante más capítulos.
Más allá de la estética estilizada del cómic, de imágenes cautivantes, de guiones sugestivos,de dosificaciones de suspenso, del fino entramado de historias simultáneas, de los atractivos heroicos de casi todos los personajes, ¿Cómo ocurre que una historia así deslumbre a millones de espectaciones desparramadas por el mundo?
5.
Ofrecen refugios de silencio.
En la emergencia se percibe que falta aquello que nunca estuvo: una comunicación posible.
A veces, lo único creíble en ese momento reside en la presencia callada de una cercanía.
En la emergencia, cada cual se hunde en el dolor, pero no se trata un dolor personal, sino de un dolor que se mezcla en el tormento incesante que sufren todos los lastimados

El mundo se detuvo y quedamos pedaleando en el aire, Alejandra Kohan

Lo que está ocurriendo no se sabe

Jorge Alemán


Lo que está ocurriendo no se sabe .
Lo que sucede con esta pandemia terrible depende de su duración.En primer lugar el tiempo de su final será impreciso según los países y su lugar en el orden de dominación mundial .En segundo lugar los sectores explotados y subalternos no disponen del confort burgués para soportar el confinamiento .Esas reclusiones son desiguales y no incluyen a los que no tienen donde guardarse.En tercer lugar hay interesantes reflexiones sobre los posibles e inciertos desenlaces de la coyuntura y cada uno tiene sus preferencias ,la mía pasa por construir una soberanía popular de izquierda frente a la homogeneidad del Discurso  Capitalista .Pero como es probable que estemos en los comienzos de una civilización que se derrumba la gran incógnita está en la propia condición humana , será necesario averiguar si el sujeto ,su ser con los otros en lo que llamo  Soledad:Común , aún dispone de recursos para asumir otro destino distinto del que vinculó a la Civilización capitalista que ya nació y murió muchas veces ,con la pulsión de muerte .

Tres formas de la angustia, una contribución de la clínica a la ética del psicoanálisis



Recomendamos la lectura de este texto de Gabriel Lombardi.


http://forofarp.org/images/pdf/Praxisyclinica/Gabriel%20Lombardi/FormasAngustia.pdf

La guerra, por Jorge Alemán

La guerra – Por Jorge Alemán



Distintos dirigentes del mundo democrático metaforizan la pandemia mundial en términos bélicos. Hay líderes políticos que no conciben otra vida que lo que hasta ahora ofreció el Capitalismo, y otros que no desean sacrificar a sus pueblos a las exigencias del Capital. Para estos últimos, y ya que se ha apelado a la metáfora bélica, la que reclama siempre un estado de movilización general, se impone la necesidad del surgimiento de Estados capaces de generar disciplinas no represivas y creadores de una nueva conexión sensible con los movimientos populares.

Por Jorge Alemán*

(para La Tecl@ Eñe)



Distintos dirigentes del mundo democrático metaforizan la pandemia mundial en términos bélicos. La guerra aparece como el elemento unificador frente al enemigo. Estos dirigentes no parecen haberse puesto de acuerdo para hablar en términos de «Guerra». La cuestión brota de la misma lógica de la situación. La guerra demanda siempre totalidad y unidad, un exterior constitutivo que es el enemigo y un «soberano» que decide sobre el estado de excepción. El primer problema que se presenta a esta ficción bélica es que se «lucha» contra los propios habitantes, potenciales portadores del virus enemigo. El segundo problema es que la cuarentena que el combate con el enemigo viral exige, es absolutamente desigual como no podría ser de otro modo, hay quienes tienen refugios muy precarios, otros que no protegen nada, y por último una intemperie habitada por miles de hombres y mujeres que carecen de inscripción simbólica como «ciudadanos» y sencillamente son vidas que transcurren en la supervivencia de las calles. En otro orden de cosas, hay países que forman parte del sistema de dominación mundial y que no desean mantener ningún compromiso de solidaridad con los países más castigados por la pandemia. Basta ver la brecha que ya comienza a manifestarse en toda su tensión entre la Europa latina y Alemania y Ámsterdam, y otro tanto en las distintas interpretaciones antagónicas de la pandemia entre los países de América Latina.

A partir de estos datos mínimos se puede dar un nuevo sentido más inquietante y oculto al concepto de guerra que está en juego

La guerra puede ser el nombre del derrumbe civilizatorio que virtualmente, por ahora, como un espectro recorre el mundo. Saqueos, enfrentamientos civiles, ocupaciones militares, destrucción del aparato productivo, pánico social y deterioro de la autoridad simbólica del Estado. Y como en todo derrumbe civilizatorio una interpretación de la condición humana, de cómo está hecha la existencia hablante, sexuada y mortal está en juego.

Hay líderes políticos que no conciben otra vida que lo que hasta ahora ofreció el Capitalismo, y hay otros que no desean sacrificar a sus pueblos a las exigencias del Capital.

Para estos últimos, y ya que se ha apelado a la metáfora bélica, la que reclama siempre un estado de movilización general, no basta con la inevitable cuarentena. Se impone una nueva relación entre los movimientos sociales, las organizaciones militantes y las fuerzas armadas y de seguridad coordinadas desde el Estado en un nuevo proyecto de soberanía popular. No existirá control de la pandemia en los lugares donde no se puede cumplir con la cuarentena sin unas fuerzas armadas integradas al gobierno popular. A su vez, es casi seguro que habrá un nuevo reordenamiento mundial entre los países que eligen a la comunidad frente a los imperativos del Mercado. Pero esto sólo será posible si los Estados recuperan su autoridad simbólica, que evidentemente no es lo mismo que la captura neofascista que los movimientos de ultraderecha se proponen obtener en el caos maldito de la pandemia mundial.

Un Estado democrático, soberano, con el suficiente poder decisorio que muestre definitivamente que las fuerzas del orden no pertenecen a las derechas oligárquicas, tal como ha sido históricamente en muchos lugares del mundo. Si en medio del caos que puede acontecer no surgen Estados populares capaces de generar disciplinas no represivas y creadores de una nueva conexión sensible con los movimientos populares, la situación se pondrá muy difícil.



Madrid, 29 de marzo de 2020

*Psicoanalista, escritor y poeta. Su último libro publicado es «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación».

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Coronavirus, Notas sobre entrevistas de Jorge Alemán

Coronavirus: Algunas Notas sobre Jorge Alemán
¿A qué nos estamos enfrentando?
Es una irrupción de lo real, es decir imposible de simbolizar en las coordenadas actuales, no sabemos los límites de la pandemia, no sabemos en qué consiste la enfermedad, no aparece con claridad la metodología terapéutica, es decir, si la realidad se colorea con la angustia es porque la realidad ha perdido sus límites, ha perdido su marco, su capacidad de encontrar el juego simbólico que estructura la vida social.
Hay muchas ficciones que sostenían al mundo que se están deshaciendo en el aire, como burbujas que se desvanecen… Hay toda una estructura del mundo económico-social europea Impotente para contener la pandemia.
Impacto del aislamiento-confinamiento:
Por ahora extrae efectos en dos direcciones:
- En el encierro, vinculado a la perdida.
- De separación del mundo, que permite pensar el mundo. Cierta lejanía, incluso extrañeza, algún hilo de experiencia poética. No solo está la angustia, también está éste espacio de experiencia, de reinvención de uno mismo, de meditación sobre el mundo.
-Qué significación política y Social va a tener todo esto?
Hay algo que se instaló, ya, una sensibilidad social critica con el neoliberalismo.
Algo nuevo, hay un antes y un después, ha tocado algo imposible de nuestro ser como civilización…
Se fue comiendo al mundo, esa maquinaria abstracta, acéfala que no se puede regular: las cosas se anuncian, pero no se pueden evitar.
Es la posibilidad para poner un freno al neoliberalismo que no solo lleva a la injusticia sino también, hoy claramente, a la catástrofe, a un mundo insostenible. Es un problema de orden estructural y del que no hay forma de sostener en la actualidad.
El fracaso del neoliberalismo nos lleva a lo peor y hay una urgencia de interrogarnos.
El desvío, la transformación del modo de ser con los otros es radical, experiencia de la soledad y de lo común.
El desafío: generar Estados con autoridad simbólica y, sin embargo, hagan de limite a la xenofobia, el racismo y los totalitarismos. Sería construir autoridades simbólicas y no poderes homogenizantes: Lógica distributiva + Derechos Humanos.
Un estado firme y con talante democrático: pone de manifiesto que los Estados deben afrontar medio ambiente, salud y educación, no puede permitir que eso dependa del mercado.
Europa Impotente y Traump, Bolsonaro, Johnson, empieza a revelarse que son payasos históricos. No encarnan ningún tipo de orden.
En la Argentina, menos mal que no están los muchachos que les gustaba la incertidumbre.
Un Otro Inicio. Se abre la puerta a otro comienzo.

Fuente: Mariela Sanchez en Facebook

DESANGUSTIAR NO DESCULPABILIZAR




FUENTE:
http://www.revistavirtualia.com/articulos/597/dossier-violencia/desangustiar-no-desculpabilizar

Ronald Portillo




La diferencia entre desangustiar y desculpabilizar que propone tomar en consideración el discurso analitico, es retomada y explorada para precisar la dimensión ética que se orienta a situar la responsabilidad del sujeto. El tratamiento de la culpa en nuestra época por la vía de la vergüenza el perdón y el síntoma, es desarrollado y entramado en una perspectiva clínica que señala la diferencia entre desavergonzar, perdonar o tratar el síntoma por la abolición del castigo.

Se ha constituido en una suerte de máxima lacaniana la oposición entre el tratamiento de la angustia y el de la culpa: desangustiar no desculpabilizar.

La culpabilidad es uno de los efectos promovidos por la división del sujeto, constituyendo un elemento crucial para el sujeto en la experiencia psicoanalítica. Y es que cuando un sujeto accede a lo que Freud llamó el sentimiento inconsciente de culpa existen sobradas razones para que ello se produzca: el sujeto experimenta culpa por el hecho de gozar y hasta por el mismo hecho de existir. [1] Lo que Lacan llamó el dolor de existir se sustenta en la culpabilidad del sujeto por existir. En líneas generales podemos preguntarnos sobre el tratamiento que nuestra contemporaneidad concede a la culpa. Consideramos que tal tratamiento se sostiene en tres elementos: vergüenza, perdón y síntoma.

La vergüenza es un afecto que adquiere un valor considerable en la acción psicoanalítica, formando parte de la serie de la culpabilidad. Sentir vergüenza es una forma de tratar a la culpa.

Freud estima que la operación psicoanalítica se funda en la verdad, en el amor por la verdad, excluyendo toda ilusión y engaño. La ilusión y el engaño en la neurosis cuando son develadas en el análisis producen vergüenza, vergüenza causada por la culpa generada por el goce pulsional.

La vergüenza generada por el levantamiento del velo de la represión inconsciente, constituye un índice de la teorización freudiana. Así, asistimos en nuestro tiempo a una serie renovada de avergonzamiento. "Tener vergüenza" parece haberse convertido en un síntoma mundial [2]. Lo que se puede llamar el lenguaje de la vergüenza ha pasado a ocupar un primer plano en la civilización contemporánea, al menos en ciertas latitudes.

En la experiencia psicoanalítica, so pena de caer en el dominio de la moral y no de la ética, no se trata de desavergonzar, es decir de desculpabilizar, dado que todo sujeto es responsable de su propio goce. Todo sujeto está llamado a responsabilizarse de aquello que lo hace sentirse culpable. No es el Otro el responsable de su vergüenza, de su culpabilidad; es el sujeto el llamado a responsabilizarse. Es lo que Freud cuestionó a Dora al preguntarle qué tenía ella que ver con eso de lo que se quejaba, introduciendo lo que Lacan llamó "rectificación subjetiva en lo real". Lacan, en un capítulo de El Seminario XVII, Los cuatro discursos del psicoanálisis, titulado el Analyticon concluía diciendo a unos jóvenes revolucionarios en Vincennes que el régimen de Pompidou los exponía diciendo: "mírenlos cómo gozan". El amo pone al descubierto a quien no se hace responsable por su goce. El sujeto goza y por eso se siente culpable y se avergüenza.

En la experiencia psicoanalítica es necesario que el sujeto se haga responsable por su goce aunque ello implique avergonzarse. El goce del sujeto, al tratar de ser tramitado por estas diversas vías pone al descubierto la insuficiencia del Nombre-del Padre para dar cuenta del goce del sujeto.

Un registro distinto del tratamiento de la culpabilidad por la vergüenza, lo encontramos en el perdón. El amo tramita la culpa por medio del perdón, que otorga, señala Eric Laurent en un artículo llamado La vergüenza y el odio de si, publicado en el libro Ciudades Analíticas.

El amo moderno pretende hacerse perdonar y perdonar por los daños causados. El perdón se erige en elemento constitutivo de un nuevo discurso moral que recorre el cuerpo de la sociedad actual, baste contemplar los millones de pedidos de todo el mundo que claman por el perdón para un o una condenado a muerte en cualquier parte del planeta. El perdón es lo que define fundamentalmente el auge de una nueva religiosidad, la que más que una novedad relativa a la creencia religiosa tradicional contiene una renovación de los pedidos del perdón. Se trata de la búsqueda de la absolución de la culpa por medio del perdón.

En el campo psicoanalítico no se contempla el perdón de los pecados cometidos, se trata más bien de la elaboración o de la tramitación del goce incluido en la repetición sostenida en la búsqueda de goce. El sujeto está llamado a responder en nombre propio por el goce de la satisfacción pulsional que genera culpa y malestar.

Una diferencia se eleva entre estos dos modos de tratamiento de la culpabilidad. Entre la fijación al perdón, fijación a un régimen de goce, procesado por el discurso del amo y la vergüenza, Lacan opta por la vergüenza que puede ser generada por la acción psicoanalítica.

Al buscar el perdón el sujeto de la culpa busca cobijarse bajo el manto del amo que puede perdonar. Es el tratamiento que da el S1 del amo a la culpa del sujeto.

La tercera salida procesada por la culpabilidad está representada por el síntoma. Aquí la acción no es ejercida a causa de la insuficiencia del Nombre del Padre, ni por el cobijo que brinda el amo como sucede con el perdón. En el caso del síntoma la instancia que opera es el superyo, tal como lo plantea Freud a propósito de la llamada Reacción Terapéutica Negativa, en donde se instala en el sujeto la necesidad del sufrimiento. Se trata de un factor moral que encuentra satisfacción en la enfermedad, el sujeto, nos dice Freud "No quiere renunciar al castigo del padecer", a causa de lo que él llama el "sentimiento inconsciente de culpa". El superyo freudiano empuja al goce presente en el sufrimiento del síntoma, inscrito como castigo en el inconsciente y como satisfacción de las pulsiones del ello, asistimos aquí a una confluencia del inconsciente y del ello. El castigo infringido por el superyo a través del síntoma constituye una de las formas subjetivas de la tramitación de la culpabilidad.

Frente a estas rutas que toma la culpabilidad el analista no está llamado ni a desavergonzar, ni a perdonar, ni a tratar el síntoma por la abolición del castigo. Ninguna de estas formas, condensadas en el término desculpabilizar se corresponde con el nivel ético que sostiene al analista en su acto.

Tomemos el caso de un ejecutivo, consuetudinario seductor y Don Juan, que viene de sufrir infidelidad por parte de su esposa. La culpa que siempre experimentó por sus propias infidelidades le hace castigarse ahora cuando exige a la esposa le cuente al detalle pormenorizado los encuentros sexuales de ella con su amante.

El nivel de sufrimiento buscado y encontrado por este sujeto en el relato de la esposa infiel da cuenta del uso auto-agresivo que el sujeto hace de la narración escuchada. Una pulsión encuentra allí satisfacción de tipo masoquista girando alrededor del objeto voz en la escucha que el sujeto realiza.

El sufrimiento del sujeto no logrará ser detenido desculpabilizándolo, pues de hecho él también es responsable de su exceso de goce. La vía que logra detener la auto-procuración de castigo y el sufrimiento concomitante viene más bien por la vía de la rectificación subjetiva en lo real: en lugar de culpabilizarse se trata de hacerse responsable de su elección de objeto de amor. Cuando se casó él estaba en conocimiento de los múltiples amantes que habían pasado por la vida de su novia y de alguna manera logra reconocer en el análisis que él "sabía que en algún momento esto iba a suceder".

En eso de lo que ahora se queja el sujeto es responsable y es necesario asumir esa responsabilidad en lugar seguir castigándose, primer paso en la elaboración de su culpabilidad.



Desagustiar
Según François Leguil [3] la historia efectiva de la clínica de la angustia no sobrepasa los 200 años, en el curso de ese tiempo tres tradiciones se han disputado a esta clínica:

1.- La tradición médica sostiene el sustrato material del cuerpo como lugar de la angustia. Para la medicina la angustia es física, tiene asiento en el cuerpo. Actualmente se le ubica en relación a los neurotransmisores.

2.- Por su parte la tradición psicológica sostiene que la angustia es un disturbio, una anomalía, que es considerada por la terapia cognitiva como una anomalía de la capacidad del juicio y como una anomalía de la adaptación por la terapia de la conducta.

3.- La tradición filosófica existencial u ontológica, por su lado considera la angustia como una experiencia de alcance metafísico.

4.- Tendríamos aquí que situar una cuarta tradición, la tradición freudiana. Habría que llamarla así: tradición freudiana pues ya La interpretación de los sueños tiene más de 103 años de edad. La consideración freudiana sobre la angustia rompe con las tres tradiciones anteriores.

La clínica misma de la angustia deja ver que la angustia no guarda ningún tipo de relación ni con un sustrato físico, ni metafísico, ni con ninguna anomalía alojada en el juicio o en el comportamiento.

Del mismo modo no se puede afirmar que la angustia sea un concepto, tal como sostiene Soeren Kierkegaard.

Freud sostiene que la angustia es algo que siente, que experimenta el sujeto. No es un concepto, es un fenómeno o para ser más preciso se la ubica como un afecto que invade al sujeto.

La angustia como fenómeno es inútil, la angustia no sirve para nada y en ese sentido es expresión de goce. El goce es lo que no sirve para nada. No tiene utilidad en el sentido del utilitarismo de Jeremy Bentham. Freud descubre la función que ejerce la angustia. La angustia no es útil pero si tiene una función. La esencia de la angustia es una función que se establece en un nivel específico: a nivel de alarma, de señal. No se puede decir que la angustia constituye un mensaje entre el sujeto y el Otro como si es el caso del síntoma.

En la angustia el sujeto se confronta con lo real, registro en el que soporta la clínica de la angustia. Lacan ubica la función de la angustia entre lo real opaco del goce y la dimensión del significante simbólico. La angustia traduce la señal de la confrontación del sujeto con lo real del goce.

La angustia es el único afecto que no engaña en la medida en que no se deja simbolizar por el Otro, que no se deja tramitar por el significante, por el semblante. La angustia para Freud es una angustia-señal, señal de la presencia de lo real. Presencia de una ausencia.

La angustia designa la Cosa, Das Ding, es decir lo que no está más, el objeto primordial perdido para siempre. La primera y más original de las condiciones que determinan la angustia es la exigencia pulsional creciente frente a la que el yo se declara en situación de incompetencia o incapacidad. Precisamente cuando la insistencia libidinal, la pulsión entre en franca contradicción con el principio del placer, propio del yo, se genera ese displacer original que será llamado por Freud angustia.

Si para Freud la angustia es la angustia-señal que prende la alarma en la economía subjetiva, para Lacan la angustia responde como señal a dos situaciones que son equivalentes [4]:
1) La angustia es la señal del deseo del Otro,
2) La angustia es la señal de la presencia de lo real, fórmula que vendrá a sustituir la primera.

La primera situación nos conduce a plantear una íntima conexión con el fantasma. Lo que habitualmente responde en el sujeto al deseo del Otro es el fantasma. Si hay surgimiento de angustia frente al deseo del Otro es porque algo ha estado sucediendo a nivel del fantasma, el fantasma ha dado un severo traspié. El fantasma no es sino un espejismo, una ilusión neurótica de que el sujeto detenta eso que le falta al Otro. Lacan planteará en su Seminario XX, Aún, que al pretender el sujeto de la neurosis constituirse en el objeto que le falta al deseo del Otro estamos en presencia de un semblante, es decir el fantasma, y en particular el objeto en juego en tal instancia, el objeto (a) sólo es un semblante, algo que viene a ocupar el lugar de lo que falta, de lo que no está.

El objeto que el sujeto cree ser para el Otro en el fantasma, objeto (a) que hace función de semblante viene a velar, a ocultar una falta, una ausencia. Cuando cae ese velo, cuando por alguna razón el semblante cae de su posición, queda al descubierto lo que está detrás del velo: la falta.

En lo anteriormente expuesto se basa Lacan para sostener su idea de que la angustia es señal de lo real del goce, índice del Das Ding perdido para siempre.

El develamiento del engaño fantasmático que ubica al sujeto en el deseo del otro genera la angustia. Para decirlo con Freud, surge la angustia como señal de la castración del Otro. Castración que no puede ya ser velada por el objeto (a) como semblante.

La segunda fórmula de Lacan sobre la angustia, fórmula que vendrá a imponerse sobre la primera, en tanto es su consecuencia: la angustia es la señal de la presencia de lo real. Si la primera fórmula define la angustia a partir del deseo, del deseo del Otro, esta fórmula aborda la angustia por la vía del goce como real y la certeza que de él se desprende.

La angustia como correlato de lo real está relacionada con el objeto angustiante. El exceso de goce aportado por el objeto de la pulsión engendra angustia. Se trata de objetos de la pulsión que tienen evidentemente implicaciones corporales. Sin embargo los objetos de la pulsión no son otra cosa que sustitutos del Das Ding, La Cosa. La presencia del objeto pulsional, presencia de goce que no puede ser tramitada, causa angustia en la medida en que viene a constituir un index, un indicador de la existencia de un vacío que no puede ser llenado por ningún objeto sustituto. Se trata de un vacío que no puede ser representado ni por la imagen ni por el significante. Es este vacío lo que constituye la estructura de (a).

La angustia podrá ser tramitada por el analista a partir de dos vias:
1) El camino del deseo
2) La vía del acto como respuesta ante ese real pulsional que escapa a la acción del significante.

El camino del deseo: si sabemos que la angustia surge cuando el sujeto pierde la certeza fantasmatica sobre el deseo del Otro, la ruta a seguir pasará necesariamente por la consideración de que el Otro y su deseo están lógicamente implicados en la generación de angustia. El tratamiento analítico de la angustia se apoya en el cuestionamiento sobre el deseo y lo que le es co-sustancial, es decir la interpretación. Toda interpretación, plantea Lacan, es interpretación del deseo, del deseo del sujeto frente al Otro.

Un caso clínico puede venir a ilustrar esta indicación.

Una joven mujer con una historia de dificultades para conseguir entablar relaciones amorosas, a causa de tener la convicción de ser poco interesante y poco valiosa para un hombre, conoce a un compatriota en el extranjero en ocasión de un viaje de vacaciones. Una cena, mirar juntos una película y un solo encuentro sexual, desembocaron en el establecimiento de la pareja en la casa de ella una semana después del regreso de ambos del extranjero. El enamoramiento y la pasión inicial, creando la ilusión de la complementariedad del amor, dieron paso progresivamente al surgimiento de una pregunta insistente y cada vez más frecuente que ella le dirigía a él: en el momento más inesperado: "¿Tu me quieres?". De nada valía la respuesta repetida de manera infinita por él, la convicción neurótica de ella, basada en el fantasma de no ser importante para el Otro, desembocó en la ruptura de la pareja al asistir a la caída del semblante construido.

La ruptura amorosa y la pérdida del objeto amado desencadenan una crisis sostenida de angustia que por poco termina en hospitalización. La pregunta por el deseo en esta joven y la interpretación de que ella utilizó el escenario de la pareja para confirmar su posición fantasmática en la que ella ocupa el lugar de un objeto devaluado para el Otro, logró bajar a niveles soportables el montante insoportable de la angustia inicial.

Se suma a la reducción de la angustia una situación laboral que permitió la metonímia de la angustia, aunque ésta persiste ante el menor recuerdo de la pérdida del objeto amado bajo la pregunta: "¿Pero, qué fue lo malo que yo hice?".

Dedicada a la investigación científica, el fantasma que define su posición de sujeto también infiltra ese campo. Dado que debe presentar un trabajo de ascenso en la institución en la que labora, está llamada a presentar a su tutor resultados parciales de su investigación. Presentaciones a las que asiste cargada de angustia al suponer que las investigaciones que adelanta no sirven para nada. A cada ocasión, sin embargo, recibe el reconocimiento de su superior quien la alienta a seguir adelante en su elaboración. Se establece entonces un vicio circular: tranquilidad por unos días, trabajo en su investigación, surgimiento renovado aunque decreciente de angustia ante la vecindad de una nueva presentación y vuelta al punto de partida.

El reconocimiento del funcionamiento del fantasma, la metonimia del objeto de angustia y el tratamiento fraccionado y progresivo de la puesta en escena del fantasma en relación al Otro del tutor de investigación han logrado una disminución considerable de los niveles de angustia en esta mujer.

La relación con el Otro, la certeza del fantasma de ocupar un lugar de objeto devaluado por el Otro, constituyen una respuesta del sujeto frente al deseo del Otro. Esta respuesta constituye, más allá del registro del deseo, la expresión de una irrupción pulsional en la que este sujeto se hace equivaler a un objeto despreciable, objeto de desecho en donde se satisface la pulsión anal. Enfrentada a la exigencia de la pulsión el fantasma, que trata de tramitarla por medio de la relación con el Otro, resulta insuficiente. Surge así la angustia como señal de la irrupción de un objeto pulsional que no es otra cosa que un sustituto, un index de goce del vacío dejado por Das Ding, por La Cosa perdida para siempre.

Operar por la vía del acto analítico en este caso ha consistido en que el analista no se hizo cómplice de su posición fantasmática, lo que se ha logrado realizar por dos maniobras: manteniéndole lo más alto posible para ella los honorarios de sus sesiones, y por otro lado dándole continuas muestras de que ocupa un lugar no despreciable para su analista. Maniobras que le han permitido colocar hasta ahora a su análisis en un punto situado a distancia del fantasma masoquista que la acompaña.

NOTAS

Laurent, Eric, "Desangustiar", en: Ciudades Analiticas, Ed. Tres Haches, Bs. As., 2003, pág. 9.
Laurent, Eric, "La vergüenza y el odio de si", en: Ciudades Analíticas, Ed. Tres Haches, Bs. As., 2003, pág. 148.
Leguil, François, La lettre mensuelle # 231, pág. 14.
Miller, J.-A., Curso 2003-2004, Lección #18 (2-06-04), Inédito.

El impacto del coronavirus en la salud mental


María de los Angeles López Geist, León Daniel Matusevich, Santiago Levín y Liliana Mato.
María de los Angeles López Geist, León Daniel Matusevich, Santiago Levín y Liliana Mato. 
Estos tiempos que está viviendo la humanidad producen la modificación abrupta de las rutinas que las personas suelen tener. De pronto, el coronavirus está presente en todos los aspectos de las actividades de los seres humanos: si leen noticias, si ven la televisión, si charlan o chatean con familiares y amigos, si van a hacer las compras... Pero también lo está en las actividades que realizan en la cuarentena obligatoria: muchos debieron aprender medidas imprescindibles de la noche a la mañana y aspectos de una situación inédita. Tras esas modificaciones profundas que está experimentando la población mundial habrá seguramente conclusiones determinantes cuando la pandemia termine. Pero en el mientras tanto, las personas deben seguir con sus vidas y el estado anímico es fundamental para poder hacerles frente a esos cambios que la sociedad está experimentando. En ese sentido, para conocer qué está pasando en relación con los padecimientos mentales que podrían exacerbar o no conductas o sensaciones como producto de la diseminación del virus y del aislamiento social, PáginaI12 consultó a cuatro prestigiosos médicos psiquiatras (también psicoanalistas): el presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), Santiago Levín, y otros tres miembros de la institución, María de los Angeles López Geist, León Daniel Matusevich y Liliana Mato.
--¿Los pacientes que sufren de ansiedad son más vulnerables a un exceso de noticias relacionadas con el coronavirus?
Santiago Levín: --Es importante aclarar que la ansiedad es una respuesta normal frente a determinadas situaciones como la que estamos atravesando en estos momentos de crisis sanitaria. En este contexto, no sentir ni expresar ninguna forma de ansiedad sería llamativo y problemático. Un cierto grado de ansiedad, con picos intensos, puede ser considerado normal, esperable y hasta adaptativo en los días que nos tocan vivir. Dicho esto, puedo responder a la pregunta específica. Sí. Las personas que sufren algún trastorno de ansiedad (es decir, un cuadro caracterizado por episodios de ansiedad que superan lo esperable como respuesta normal) son más vulnerables en estos contextos, que son ansiogénicos de por sí. Por eso es importante, en todos los casos, no discontinuar los tratamientos psicoterapéuticos y psicofarmacológicos ya instaurados (que pueden seguir por medios virtuales), moderar el consumo de información en las redes sociales y los noticieros, escoger cuidadosamente las fuentes de información, no abandonar en lo posible las rutinas habituales, y mantenerse comunicados con los seres queridos. Esta situación es transitoria: tuvo un inicio y tendrá un final.
María de los Angeles López Geist: --Las personas que sufren de ansiedad se enfrentan ahora con una situación muy ansiógena de por sí, y es muy distinto el efecto en aquellos que pueden mantenerse con su familia todo el tiempo a su lado, que el efecto en quienes viven solos, son mayores y no manejan la tecnología. El aislamiento sanitario requiere diseñar la sociabilidad de modos virtuales para que no ocurra un aislamiento social. El exceso de noticias tiene un efecto ansiógeno no solo en los usuarios de salud mental sino en toda la población, especialmente si la información es altamente sensible y contradictoria o si está cargada de opiniones poco acreditadas. No todos pueden identificar las fuentes confiables o verificar lo que dicen los medios. Los medios tienen una responsabilidad social mayúscula en estos momentos. Los que estén mejor formados en la cobertura de desastres tendrán mayor capacidad para acompañar a la población y brindar el servicio que se necesita. La construcción de la noticia requiere ahora una mirada que incluya aquella información que le permita a la población confiar en las medidas que se nos pide, fomentar la confianza en que es posible cuidarnos entre todos. Pero tenemos otro problema que genera más ansiedad aún: son los posteos de Whatsapp y otras redes que la población toma ingenuamente como noticia válida y no lo son. Urge enseñar a distinguir las fake news y descartar la información sin autor, sin fuente y sin editor responsable. Las personas vulnerables suelen quedar más prisioneras de estas viralizaciones apócrifas. Es recomendable dosificar la relación con los medios, especialmente cuidar a los niños de los noticieros.
--Se dice que es normal tener miedo frente a esta situación. ¿Cuándo el miedo se transforma en pánico?
León Daniel Matusevich: --Existe un miedo lógico y normal, motorizado y motivado por la situación que estamos atravesando, absolutamente inédita para muchos de nosotros y en la cual la incertidumbre juega un rol fundamental. Dicho miedo puede contribuir a conductas positivas, como ser el cuidado personal, familiar y social. Existe un miedo patológico, que no es el de la mayoría de las personas, que dejado librado a su propia evolución lleva a la parálisis, a la desorganización y al pánico. Por eso es fundamental lo que decíamos antes, los modos y las maneras de comunicar, una cierta supervisión de los contenidos que constituyen las informaciones, ya que muchas veces el consumo excesivo de noticias o la mala información puede disparar crisis de resultados imprevisibles, que afecten no solo a aquellos que las padecen sino a la sociedad toda. Debe ser muy clara y contundente la oferta del Estado en materia de espacios de telemedicina abocados a acompañar y contener a aquellas personas con episodios de ansiedad extrema y/o pánico.
Liliana Mato: --En estos momentos es absolutamente normal sentir miedo, tristeza, enojo, rabia, angustia, impotencia y es fundamental poder conversar y compartir esas emociones, poder nombrarlas. Tenemos que confiar en el poder pacificador de la palabra. Por eso decimos que es de vital importancia fomentar el lazo social, estar vinculados a otros desde nuestras casas y sobre todo ayuda el ayudar a otros, armar redes solidarias donde cada uno pueda encontrar un lugar “para compartir con otros”. El pánico aparece cuando la angustia deviene desbordante y queda bloqueada toda capacidad de expresarla, ya sea a través de palabras, u otros recursos expresivos, puede ser la música, la escritura u otras. La angustia en este caso no encuentra borde que la contenga, y tiene así cierto efecto despersonalizante. Quien atraviesa un estado así, lo refiere como una sensación corporal difícil de describir, que duele, que los deja sin palabras, podemos decir, sin recursos simbólicos: una invasión avasallante que jaquea los límites del yo, la vivencia de unidad corporal y el sentimiento de sí. Se presentan diversos síntomas somáticos: palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca, temblor, dificultad para respirar, dolores en el tórax o abdomen, la sensación de volverse locos y otros más. Problemáticas clínicas de algún modo insinuadas en el modelo de las “neurosis actuales” (Freud 1916/17), cuando las describe en relación a cierto exceso de excitación, que no se expresa a través de síntomas psiconeuróticos sino como manifestaciones tales como fatiga física, cefaleas, dispepsia, constipación, insomnio, irritabilidad, desasosiego. Freud la describe como angustia desligada, sin sustitución representativa; es decir, sin mediación simbólica. En estos casos lo fundamental es ayudar a tramitar esas emociones, diríamos a ponerle palabras, a poder nombrarlas. Poder identificar qué es lo que a cada uno le da más miedo, más preocupación.
--¿Qué es lo que genera más ansiedad?
L.M.: --En estos últimos días, lo que aparece con más insistencia es el tema de la cuarentena. ¿Hasta cuándo? ¿Cuánto tiempo? ¿Qué vamos a hacer? Ayuda recordar una y otra vez que estamos transitando una etapa, que va a pasar, que esto es transitorio. Pensar que no estamos “encerrados”, estamos “protegidos”; no es que no podemos hacer nada, podemos hacer muchas otras cosas y de maneras diferentes. Otra vez el poder de las palabras: como se nombran los hechos se viven y se sienten diferentes. Cada uno de nosotros tiene recursos internos que seguramente desconoce, ya que vivimos en una cultura consumista que nos ha enseñado a calmarnos con objetos externos, que se usufructúan, se compran y supuestamente dan felicidad. Se privilegia la inmediatez, lo rápido, domina la preocupación en eliminar todo conflicto a la brevedad. Lacan, en su referencia al Discurso capitalista, hace alusión al mandato del superyó a gozar, en sintonía con el imperativo de la época a ser cada vez más feliz, a tener más y mejor, todo más. El mercado ofrece objetos como puntos de fijación de goce que conducen al desborde y al exceso. La cuarentena nos impone una pausa, nos exige desarrollar paciencia, capacidad de espera. Puede ser una oportunidad para conectarnos con nuestros objetos internos: nuestras fantasías, fantasmas, recuerdos, deseos. En el texto “La capacidad para estar a solas”, Winnicott la define a ésta, como “uno de los signos más importantes de madurez dentro del desarrollo emocional”. El psicoanalista inglés sostiene que el desarrollo de esta capacidad permite estar con uno mismo y desarrollar la autonomía y la creatividad que surge del mundo interior. ¡Seguramente, de la cuarentena también podemos aprender!
--¿Aquellos que tienen trastorno obsesivo-compulsivo se ven también en estos tiempos más perjudicados que de costumbre?
S.L.: --El TOC es un trastorno complejo, que tiene diversas formas de presentación, en el que la ansiedad juega un rol preponderante. No es desatinado pensar que un cuadro de TOC en el que predominen, por ejemplo, las obsesiones de contaminación, pueda verse empeorado con la catarata de información alarmante que recibimos sin cesar de los medios de comunicación. Pero en salud mental no conviene hacer generalizaciones, como creer que todas las personas que padecen un TOC van a sufrir empeoramientos durante la pandemia. Algunos lo harán, otros no. Es muy importante insistir con la continuidad de los tratamientos instaurados durante el período de aislamiento sanitario. No abandonar tratamientos, y mantenerse en contacto permanente con el o los profesionales tratantes.
L.M.: --Los diagnósticos abarcan bajo la misma denominación situaciones que suelen ser muy diferentes y el impacto de la situación actual tendrá también consecuencias diferentes. Por ejemplo, justamente en estos días estoy atendiendo a dos pacientes con ese mismo diagnóstico y reacciones muy diferentes. En un caso, se trata de una joven muy angustiada ante todas las medidas dispuestas en torno al lavado de manos y limpieza, ya que las mismas reactualizaron rituales que tuvo tiempo atrás y que fueron en ese momento sumamente invalidantes. Está aterrada de volver a caer en la misma situación. El otro caso se trata de una joven que también en la sesión virtual que sostenemos, me manifestaba el profundo alivio que sentía al “tener que estar en su casa”, lo cual la libraba de las extenuantes jornadas que ella misma se autoimpone en su oficina, ordenando una y mil veces biblioratos y documentaciones varias.
--¿Aquellas personas que sufren cuadros hipocondríacos corren el riesgo de desestabilizarse ante esta situación o la hipocondría sólo es con enfermedades que el sujeto imagina que puede tener y no con una concreta?
S.L.:--El sujeto hipocondríaco presenta una excesiva preocupación acerca de su propia salud. “Excesiva” quiere decir fuera de toda pertinencia. Es sano preocuparse por la propia salud, y en estos días de crisis sanitaria es fundamental estimular conductas responsables de autocuidado y de cuidado de los demás. Volviendo al cuadro hipocondríaco, es verosímil pensar que una persona que padezca este trastorno, caracterizado por intensa ansiedad y momentos de angustia que llevan a un constante autochequeo de síntomas y de signos de enfermedad, pueda experimentar un empeoramiento de su cuadro. El contexto comunicacional actual es generador de ansiedad para todas las personas, sin distinción. Infografías constantes con los síntomas que deberían llevar a la consulta podrían estimular un incremento en la ansiedad y las conductas de auto verificación en un sujeto que padece este cuadro. Nuevamente, recomendamos disminuir la exposición a las fuentes de información alarmante y repetitiva, que en lugar de estimular actitudes de cuidado genera miedo excesivo, disconfort y en ocasiones, terror.
--¿Las personas diagnosticadas previamente con algún trastorno mental son las más vulnerables a sufrir ante esta situación o cualquiera está expuesto a una descompensación anímica?
S.L.: --La situación actual es generadora de ansiedad de por sí. Hay una situación inusual de emergencia sanitaria que conlleva un brusco cambio de rutinas junto a un estado de alerta y atención permanente a las noticias y las indicaciones emanadas desde la autoridad sanitaria. Se interrumpen tareas habituales, surgen dudas y temores antes inexistentes, hay seres queridos que cumplen cuarentena a distancia, y se disemina toda clase de noticias falsas o incorrectas a través de las redes sociales y algunos medios de comunicación que prefieren vender antes que informar. Y también es necesario mencionar que mucha gente no cuenta con una vivienda, ni con servicios básicos, de modo que hay que considerar que un número importante de personas hace “cuarentena” en situación de calle, o en barriadas muy precarias en las cuales es imposible seguir las instrucciones sanitarias al pie de la letra. La situación nos afecta a todos, pero especialmente a los más vulnerables. Hay que pensar la vulnerabilidad en sus diversas dimensiones, no solo la vulnerabilidad mental. También está la social, la de género, la económica, la de edad (niños, viejos). Es imperativo cuidar a todos y a todas en este momento crítico. En este panorama, debería hacerse un seguimiento especial de las personas que padecen trastornos mentales graves, implementando todas las medidas posibles para que no queden aislados de ayuda y para que no se interrumpan los tratamientos instaurados.
--¿Existen otras patologías que hayan notado en estos tiempos?
M. de los A. L. G.: --Hay patologías del encierro, que no se refiere al encierro físico ni a la cuarentena sino a aquellas personas que viven aisladas de su responsabilidad social, achicando la mirada del mundo, tornándose cada vez más prejuiciosas e intolerantes, sobrevalorando sus concepciones del mundo. Van distanciándose cada vez más de funciones comunitarias, o quizás nunca accedieron a ellas. Se tornan rígidas, como si envejecieran anticipadamente. Hay soledades inconmensurables de niños y adolescentes por padres sobrecargados de trabajo o por falta de trabajo. O por padres infantilizados que no los protegen. Son niños que muchas veces explotan o agreden porque sufren. Otra patología de los últimos tiempos es el cultivo del odio. Haters, intolerancias políticas, criminalización de los más vulnerables. Esas personas se alimentan con material afín a sus creencias que las redes envían por algoritmo reforzándolas y van construyendo mundos imaginarios con una única entrada de información: aquella que riega el sentimiento de hostilidad. Esa patología a la larga reduce la capacidad de pensar de las personas. En los últimos días muchos batallan con dilemas acerca de si visitar o no a una abuela, o se cuestionan el sentido de las cosas en su vida, en una suerte de estrés existencial.
Página 12, 30/03/2020

OPS. Guía Práctica para atención psicosocial en desastres

Protocolo de intervención en situaciones de crisis y/o urgencias en salud mental



Recomendamos la lectura del dossier elaborado por el Colegio de Psicólogos de Córdoba y el Observatorio de Salud Mental y DDHH.



http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Protocolo%20de%20atenci%C3%B3n%20en%20situaciones%20de%20crisis%20y%20o%20urgencia%20en%20salud%20mental.pdf





Organización Mundial de la Salud

Recomendamos la literatura que publica la OMS sobre COVID_19


https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019

Salud Mental: servicios, individuos y cuerpo social en la época del coronavirus

ROBERTO MEZZINA. Ex-Director Centro Colaborador OMS, DSM Trieste
(Italia)
Salud Mental: servicios, individuos y cuerpo social en la época del
coronavirus
1
La emergencia del coronavirus hace que todo lo demás pase necesariamente a un
segundo plano, condicionando y cambiando nuestra vida. Si la sanidad en Italia está
sometida a un grandísimo estrés, y a un reto sin precedentes, la salud mental, hija de un
dios menor, sufre en silencio. El empobrecimiento de los servicios, su reducción y
unificación, la falta de personal, ya denunciada hace muchos años, se suma al hecho de
estar hoy en la cola entre las prioridades de salud. El nivel de la amenaza, como en la
guerra, está muy alto, y la expresión “tutela de la salud mental” suena casi redundante
en muchos contextos sanitarios. Sin embargo, en una época en la que nadie puede
cuestionar la legalidad de una "biopolítica" dictada por la medicina, nunca ha habido
mayor necesidad de políticas de salud mental que en la actualidad, precisamente porque
toda la población italiana, y más tarde o más temprano en el mundo, sufre un malestar
enorme, que afecta y afectará a todo el mundo, y no sólo a los que ya tienen trastornos
diagnosticados de tipo psiquiátrico, trastornando el mundo tal como lo conocemos.
Se corre el riesgo de la catástrofe final, legítima y a veces comprensible, del sistema
de salud mental italiano. Es noticia que, en estos días, algún Servicio hospitalario de
Diagnóstico y Tratamiento en Lombardía ha sido reconvertido en salas Covid, con todo
el personal (aunque absolutamente y obviamente no está preparado para estas nuevas
atribuciones). Muchos otros servicios están cerrados o reducidos en gran parte, y la
asistencia básica reducida, como todas las “especialidades” ambulatorias, a lo mínimo
indispensable y con cita previa; que es exactamente lo contrario de un servicio flexible
para una población en situación de estrés. Qué es lo prioritario es difícil de identificar.
Por lo tanto, en este momento se están elaborando documentos con directrices y líneas
de trabajo para orientar a las autoridades, departamentos y operadores sobre qué
hacer.
Parece evidente que el “cuerpo social”, al cual hacía constantemente referencia
Basaglia, parece replegarse. Esto del coronavirus parece en principio una guerra hecha
por individuos aislados, solitarios. Pero es también de familias; o de pequeñas
localidades locales, como la comunidad, el vecindario; y de redes virtuales, pequeñas y
abiertas, o globales. Pero inevitablemente toca de rebote a todo el “cuerpo social”.
Entre nosotros, el operador de salud mental es uno de tantos. No debe tratar el síndrome del Covid pero no obstante debe continuar trabajando, porque se necesita dar
apoyo a diverso nivel, tanto psicológico como psiquiátrico. Y no hay una distinción real
entre quién está en tratamiento y quién está curado; paradójicamente, el operador
puede transmitir la enfermedad, también porque no es posible tomar las precauciones
adecuadas. No es necesario señalar la conocida situación en la que los dispositivos
médico-quirúrgicos elementales, las máscaras y los desinfectantes son casi totalmente
inexistentes.
Por lo tanto, por un lado, parece evidente la inutilidad e incluso la nocividad de un
entorno ambulatorio como el que teníamos hasta ahora en los servicios -a menudo con
salas de espera abarrotadas- y en las mismas hospitalizaciones, si no es estrictamente
necesario: todos implican un riesgo potencial para el "cuerpo orgánico" de cada uno.
Todavía sufren más los servicios “diversos”, aquellos nacidos a partir de la ley de reforma
(1978). Se había hablado de abolir la distancia con el enfermo, no de “tenerlo a
distancia”. La relación, instrumento principal de la terapia y también de la asistencia en
salud mental, no se puede usar de una manera libre y directa. El grupo, el colectivo, son
necesarios y finalmente abolidos; incluso tocar el cuerpo, que es el medio, individual y
a la vez social, donde se descarga la ansiedad, se inhibe: el "cuerpo orgánico" es ahora
una fuente potencial de peligro.
Los servicios de apoyo personal, de asistencia domiciliara y educativa, ofertados
sobre todo por las cooperativas sociales, disminuyen o se paran por falta del
instrumental adecuado para la prevención. Las virtudes socioterapéuticas y
rehabilitadoras de frecuentar un Centro de Salud Mental o un Centro de Día entran en
crisis y en gran parte desaparecen. Por todas partes una sociabilidad oprimida, vigilada.
Se pone de manifiesto toda la fragilidad de una salud mental hecha de lugares.
Paradójicamente, son precisamente los ambientes extrahospitalarios, los de la
normalidad, la comunidad, la convivencia, los que más sufren porque pueden ser lugares
de encuentro e intercambio y hoy pueden transformarse en lugares de infección. En este
espectro están comprendidas todas las comunidades donde se realizan actividades de
convivencia temporal o por periodos más largos; especialmente con una atención
residencial de 24 horas, donde ya, como en las residencias de ancianos, ha habido brotes que implican a operadores y hospitalizados. No obstante, nunca como ahora hubo tanta
necesidad de aferrarse en torno a los servicios como anclajes para la protección de la
mente. Necesitamos urgentemente salvar los servicios, y al mismo tiempo repensar la
salud mental en la era del coronavirus. Durará al menos un tiempo, lo sabemos, y ya
está transformando el comportamiento y los hábitos, tanto individuales como
colectivos.
Si la sociabilidad, en la lógica de la “restitución al cuerpo social”, era la utopía de
Basaglia y de la reforma, qué hacer ahora que las redes sociales se restringen a lo
esencial, mientras se amplían todos los medios de comunicación, y en especial los mass
media. Se vive conectado a través de internet, o al teléfono, o enganchado a la televisión
Si bien se necesita información, una exposición excesiva, y especialmente la de fuentes
poco fiables, puede aumentar el estrés.
Los estudios sobre los comportamientos individuales no son de mucha ayuda, no
tienen mucho sentido. Principalmente usan y enfatizan la noción de estrés y el
consiguiente Trastorno por estrés postraumático (el famoso TEPT). En estos días se ha
publicado oportunamente en Lancet una reseña sobre los efectos psicológicos de la
cuarentena, pero basada en otras epidemias, a partir del SARS. Pero aquí no se trata de
poner en cuarentena individuos aislados afectados, o positivos a la infección, como
potencial fuente de contagio. El “lockdown”, el estar encerrado en casa, que Italia y
ahora otros países están experimentando y viviendo, es un inmenso experimento
colectivo, una nueva Norma, una condición generalizada, que nos toca a todos, y sobre
todo a quien está de verdad en casa y no debe ir cada día al puesto de trabajo, en la
sanidad, en la producción o en los servicios esenciales. A partir de la reseña de Lancet,
l´American Psychatric Association a través de la Universidad de Bethesda, y también la
canadiense, han formulado recomendaciones. Mental Health Europe ha difundido una
lista sencilla de consejos. L´OMS ha hecho un póster sobre las distintas maneras en las
que pueden ayudarse las personas, con especial atención en los niños, incluso invita a
formas alternativas de saludo para evitar estrechar la mano, o abrazarnos. La IASC ha
actualizado su línea programa para la intervención humanitaria en emergencias para la
población expuesta al Covid, pero ya parece vieja porque no contemplan el cierre total prevención selectiva. Se sugieren perfiles psicopatológicos de alto riesgo (pacientes con
delirios, pensamientos y comportamientos obsesivo-compulsivos, síntomas somáticos o
previamente expuestos a un trauma severo) para los que un contacto más frecuente
puede ayudar a responder a las preocupaciones emergentes, lo que puede ayudar a
evitar exacerbaciones graves u hospitalizaciones. Pero por encima de todo se necesita
tener in mente las historia y las situaciones individuales. Se necesita inventar también
algunas formas de teletrabajo, de telemedicina o telepsiquiatría, y que no sean frías sino
afectivas, una suerte de “telecorazón” a distancia. Se confirma de hecho, con toda su
relevancia y dramatismo, el gradiente social de la salud mental: el malestar de los más
pobres, de quien está solo, o apretujado, en angostos agujeros. Muchos pueden no
tener para comer y no acceden a comedores sociales o a los puestos en marcha en los
mismos servicios Se necesita no olvidarse de asegurar también las necesidades primarias
con entregas de comida. Los sin techo después están perdidos en la nada social, sin
limosnas incluso porque no hay gente en las calles, sin comida caliente, solo cuentan
con los loables esfuerzos de una parte del trabajo voluntario. Aquí los servicios deben
hacer "outreach", llegar a quienes no acceden a ellos, incluso en la calle, y apoyar de
manera poderosa a quienes garantizan la supervivencia, movilizando todos los recursos
posibles de los territorios, barrios, asociaciones, iglesias.
Se necesita proporcionar mayor información y tranquilidad; pero sobre todo
necesitamos dar sentido al aislamiento. Esto vale para todos nosotros, para toda la
sociedad y es un extraordinario elemento de prevención universal, o sea dirigido a toda
la población. Aquí emerge la necesidad de salir de visiones individualistas y optar sin
demora por el compartir y la solidaridad, civil y social. Ahora lo que hace falta es resaltar
el sentido de formar parte de una comunidad, y los servicios pueden y deben actuar
como puentes.
Será necesario entonces valorar y estudiar los factores de resiliencia individuales y
colectivos, y las estrategias para afrontar una "recuperación" que nunca como ahora
será un hecho interpersonal y social. Se habla ya de “Whole of Society approach”, un
enfoque global de la sociedad (IASC) en este esfuerzo colectivo de larga resistencia. Así como un redescubrimiento del yo, y
un entrenamiento no ya solo físico – el fitness, un estilo de vida saludable que está tan
de moda- sino un “cuidar de sí” de foucaultiana memoria. ¿Qué cosa nos sirve de
verdad? ¿Qué cosa es esencial? Mientras somos replegados dentro de nosotros mismos,
algo inaudito para todos nosotros, a escucharnos a nosotros mismos y a focalizar
nuestro cuerpo, incluso nuestra respiración, se opone a ello, y tal vez prevalezca, el
sentido de la comunidad, de una lucha común. El sentido de un heroísmo colectivo,
donde el cuerpo social fragmentado y mediatizado que se reconecta idealmente, o tal
vez también concretamente, en múltiples formas de ayuda y sobrevivencia. Y esta es la
salud mental de una sociedad entera. Por todo ello, defendamos los servicios, que
interpretan y median en esta red social, mientras nos defendemos a nosotros mismos.
Trieste, 17 de marzo 2020
***
Referencias bibliográficas
Ongaro Basaglia F. & Basaglia F. Follia / Delirio, in Enciclopedia Einaudi, vol. VI,
Einaudi, Torino, 1979: 267-287; reissued in Ongaro Basaglia F., Salute/malattia. Le
parole della medicina, 180 - Archivio Critico della Salute Mentale, Alphabeta Verlag,
Merano 2012, 119-147. English: Basaglia F. Madness / Delirium. In Hughes
NS, Lowell A (eds), Psychiatry inside out. Selected writings of Franco Basaglia. New York:
Columbia University Press: New York, 1987: 231-263.
Manderscheid RW. Preparing for Pandemic Avian Influenza: Ensuring Mental Health
Services and Mitigating Panic. Archives of Psychiatric Nursing, Vol. 21, No.1 (February),
2007: 64–67 Brooks SK, Webster RK, Smith LE, Woodland L, Wessely S, Greenberg N, Rubin GJ. The
psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence.
Lancet 2020; 395: 912–20. Published Online February 26, 2020.
United Nations Inter Agency Standing Committee (IASC). Psychosocial Support in
Emergency Setting. Briefing note on addressing mental health and psychosocial aspects
of COVID-19 Outbreak - Version 1.0, February 2020
McGushin, E. Foucault´s theory and practice of subjectivity. In Taylor, D. (red.) Michel
Foucault: Key Concepts, 127-142. Acumen Publishing Ltd., 2011.ISBN 978-1-84465-234-1
American Psychiatric Association (APA). COVID-19 Mental Health Impacts: Resources for
Psychiatrists. Published Online, Mar 12, 2020.

Caja de herramientas

Abrimos este blog para ir incorporando material de lectura a utilizar para armar la caja de herramientas que nos permita ser activos y efectivos en nuestra práctica .

la lectura y la escritura es desde ya la primera tarea a realizar....luego está el compartir con otros nuestras reflexiones.

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