Amador Fernández-Savater
¿Quieren ustedes parar todo? Provocarán el colapso de la economía y un empobrecimiento general.
¿No quieren ustedes un confinamiento total? Provocarán el aumento de los contagios y el colapso de la sanidad.
¿No quieren ustedes un confinamiento total? Provocarán el aumento de los contagios y el colapso de la sanidad.
Estamos atrapados en mil y una “alternativas infernales” que dice Isabelle Stengers: un tipo de descripción de la situación que sólo propone obediencia o muerte. Un tipo de “realismo” que sólo propone la resignación a lo inevitable, al “es muy necesario”.
“Allí donde se constituye una alternativa infernal, la política da paso a una sumisión”.
¿Cómo escapar? Stengers descarta la crítica como denuncia general y un poco hueca, refutación meramente teórica del planteamiento infernal, como si la “verdad” pudiese desplazar por sí sola al “error”.
Pero la alternativa infernal no es un error, una mentira o una ideología, sino una cuestión muy práctica que funciona en concreto. Se produce a nivel micro, obturando toda alternativa, bloqueando el pensamiento, cortando las conexiones, a través de mil pequeños agentes que Stengers llama “los secuaces”.
De la alternativa infernal se puede salir sólo abriendo “trayectos de aprendizaje” donde nos hacemos capaces de pensar, sentir de otro modo y abrir lo posible. Se sale “a través”, por “el medio”. Es lo más difícil.
Contra la descripción de la situación que produce impotencia, el trayecto de aprendizaje fabrica una descripción de lo que pasa en la que todos somos capaces de pensar y actuar (no “víctimas” o “espectadores”). Fabrica nuevos saberes, herramientas, palabras y enunciados. Y allí donde los secuaces producen capturas que paralizan, los trayectos de aprendizaje fabrican pasajes que potencian.
La salida de la alternativa infernal no está dada y oculta, hay que inventarla. Inventar lo que era inconcebible. Por ejemplo, una tangente entre confinamiento vertical-policial y colapso de la sanidad, una tangente entre reactivación de la economía y empobrecimiento.
Una tangente no crítica, sino teórica y pragmática, pero experimental y sin garantías, como las que inventaron en su día los colectivos de afectados por el sida, los campesinos contra los OGM, los hackers contra la privatización de los saberes... ¿La que puede inventarse hoy entre los mil colectivos de apoyo mutuo, el personal sanitario, etc.?
“Lo único que importa realmente son los caminos concretos y arriesgados por donde podría adquirir sentido aquello de cuya imposibilidad todo habla”.
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